sábado, 20 de junio de 2015

Retrato Bíblico de la mujer

  • Febrero 9, 2013

Descubriendo y viviendo el plan de Dios para nuestras vidas
            Durante mi vida, ha ocurrido una revolución —una revolución de la forma cómo las mujeres se ven a ellas mismas y sus roles, la visión que ellas tienen de los hombres, la visión de sus familias y la visión de cómo ellas deben  funcionar en nuestra cultura.
            Ya sea que se aperciban de ello o no, la gran mayoría de las mujeres Cristianas han optado por esta “nueva” forma de pensar. En el hogar, en la iglesia y en el ámbito laboral, ellas han adoptado los valores y el sistema de creencias el mundo alrededor de ellas. El mundo promete libertad y plenitud para aquellas que aceptan su filosofía. Pero tristemente, abrazando esta filosofía, millones de mujeres han terminado desilusionadas, heridas y con horribles ataduras.
            Por más de 20 años, he escuchado el clamor del corazón de estas mujeres:
  • Mujeres que están exhaustas de tratar de hacer malabarismos entre las demandas del trabajo y la familia
  • Mujeres que están desesperadamente solas
  • Mujeres que se sienten atrapadas en un matrimonio infeliz
  • Mujeres que luchan con el sentimiento constante de la desesperanza y desesperación.
  • Mujeres que viven bajo una carga abrumadora de culpabilidad y fracaso
  • Mujeres que tienen dificultad para encontrar sentido y propósito en medio de la cotidianidad de la vida
  • Mujeres que nunca han conocido lo que es tener relaciones basadas en amor mutuo y en compromiso
  • Mujeres que viven paralizadas con miedos y ansiedad crónica.
            Me doy cuenta que muchas mujeres han perdido la esperanza de poder ser liberadas de sus prisiones emocionales y espirituales. Pero una y otra vez, he visto una luz destellar en sus ojos cuando ellas descubren que la “vida abundante” que Dios prometió realmente puede ser una realidad, aún a pesar de sus circunstancias. El propósito de este folleto es ayudarnos a descubrir el camino a esa vida abundante y a examinar nuestras vidas a la luz del diseño y el plan de Dios.
            Antes de que continúes, siento que debo advertirte que lo que estás a punto de leer no es políticamente correcto. Esto va en contra de lo que hemos aprendido como mujeres liberadas del siglo XXI; es contrario a nuestros instintos naturales. Nunca será la posición predominante y muy seguramente producirá incomodidad a muchas mujeres.
            Pero te puedo asegurar que es el único camino al verdadero gozo, paz y plenitud para la mujer. Y es que Dios nos hizo, Él nos ama,  y sólo podremos estar completas cuando funcionemos de acuerdo a Su diseño para nuestras vidas.
            Si tu corazón anhela  ser libre para cumplir el propósito por el cual fuiste creada, te invito a unirte a buscar y conocer el corazón y los caminos de Dios.
            Estoy orando que Dios orqueste una contra-revolución en nuestros días –una revolución silente de mujeres que estén dispuestas a seguir el patrón, no del mundo, pero de la Palabra de Dios. Estoy convencida que la influencia de un ejército de mujeres piadosas sería incalculable – en nuestros hogares, en nuestras iglesias, en nuestra cultura. ¿Quieres ser tú una de estas mujeres?
Parte Uno
Examinando nuestro caminar a la luz de las Escrituras
“Es tiempo que las mujeres con fe bíblica reclamemos nuestro territorio. Nosotras conocemos al Diseñador. Nosotras tenemos Su manual de instrucciones. Si nosotras no reflejamos el diseño divino de Su creación femenina, nadie lo hará. Pero si lo hacemos, será un testimonio profundo para un mundo necesitado que observa.” – Susan Hunt
            Los versos en las siguientes páginas expresan el corazón de Dios para las mujeres. Juntos proveen un retrato bíblico de una mujer piadosa.
            La preguntas que le siguen en cada verso fueron diseñadas para ayudarte a evaluar qué tan bien estás aplicando la Palabra en tu andar diario. El punto no es contestar un simple “si” o un “no” en cada pregunta, sino usar estas preguntas como una base para meditación y aplicación personal y para evaluar tu respuesta al Señor.
            Algunos de estos versos son dirigidos específicamente a mujeres casadas. Otros aplican más generalmente a todas las mujeres. Sin importar tu estado civil, pídele a Dios que abra tu corazón y te ayude a ver las áreas que Él quiere moldear en ti para hacerte una mujer conforme a Su propio corazón.
            Para aprovechar este ejercicio al máximo, recomendamos que te enfoques en un verso cada día, pidiéndole a Dios que te muestre si tu vida está a la altura de cada aspecto de Su diseño. Mientras trabajas con esta sección, subraya tres o cuatro versos que revelen áreas específicas de necesidad en tu vida, para que puedas memorizarlos y grabarlos en tu corazón y  tu vida.
¿Por qué fui creada como una mujer?
1.    “Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea” (Génesis 2:18).
¿He abrazado mi diseño creado por Dios de ser una ayuda para el hombre?
¿Estoy dispuesta a sacrificar mis propias ambiciones y aspiraciones a fin de cumplir mi  función principal y llamado de ser una ayuda para mi esposo?
¿Estoy siendo una verdadera compañera para mi esposo?
¿Estoy completando y complementando a mi esposo, en lugar de estar compitiendo con él
¿Cómo pudiera ayudar mejor a mi esposo a cumplir el propósito de Dios para su vida?
¿Qué tipo de palabras, acciones, y actitudes de mi parte podrían ayudar a los hombres cristianos a mí alrededor a ser todo lo que Dios quiere que sean?
¿Estoy promoviendo matrimonios sanos y santos en las formas que me relaciono y respondo a los esposos de otras mujeres?
En mi relación con los hombres, ¿mantengo límites que promueven estándares bíblicos de pureza?
2.    “Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre; pues en verdad el hombre no fue creado a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre” (1 Corintios 11:8-9).
    ¿Reconozco y acepto que Dios creó a la mujer para completar, complementar, y  para ayudar al hombre?
    ¿Está mi vida ayudando y bendiciendo a los hombres  a mi alrededor en             formas que promueven la santidad y la piedad?      
    3.    “La mujer es la gloria del hombre” (1 Corintios 11:7)
      En cuanto a la forma como me dirijo a los hombres, o la forma en la que hablo sobre los hombres, ¿les demuestro su valor dado por Dios?
      ¿Soy la que responde o la que inicia en mis relaciones con hombres?
      ¿Le facilito a los hombres cumplir su llamado de Dios de dirigir en el hogar, en la iglesia y en la sociedad?
      ¿Me dirijo a los hombres en formas que comunican respeto apropiado y afirmación de su masculinidad?
      ¿Promuevo proteger y perseverar las distinciones entre el hombre y la mujer creados por Dios en la forma que me conduzco, en mi forma de vestir, y en mis diversas funciones como mujer?
      4.    “Y el hombre le puso por nombre Eva a su mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes” Génesis 3:20.
      ¿Reconozco y acepto el llamado que Dios me ha hecho de ser dadora y cuidadora de la vida?
      ¿Considero el llamado de ser “madre” como un llamado sublime y santo —ya sea de hijos físicos o espirituales? ¿Estoy activamente involucrada en dar y cultivar y nutrir vidas?
      ¿Qué hace a una mujer hermosa?
      5.    “Y que vuestro adorno no sea externo… sino que sea el yo interno, como el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios” (1 Pedro 3:3-4).
        ¿Ven los demás en mí una belleza interna y radiante que son el resultado de un espíritu agradecido, rendido y confiado?
        ¿Enfoco más tiempo y esfuerzo en cultivar una belleza espiritual interna que una belleza externa?
        6.    “Porque así también se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios” (1 Pedro 3:5).
        ¿Estoy más interesada en ser santa que en ser feliz?
        ¿Estoy poniendo mi esperanza y confianza en Dios en lugar de ponerla en las personas?
        7.    “Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, ésa será alabada” (Proverbios 31:30).
           ¿Estoy más interesada en cultivar mi relación con el Señor en lugar de estar preocupada con verme a la moda, elegante o atractiva físicamente?
          ¿Vivo con el reconocimiento constante y consciente de la presencia de Dios?
          ¿Deseo agradar a Dios más que obtener la aprobación de los demás?
          8.    “Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia” (1 Timoteo 2:9).
          ¿Visto modestamente?
          ¿Provoca mi estilo de vestir que los hombres tengan pensamientos puros, en lugar de estimularlos a tener deseos y pensamientos sensuales?
          ¿Me visto de una forma que atraiga atención al corazón y espíritu de Jesús en mí en lugar de atraerlos a mi cuerpo físico?
          9.    “… no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos” (1 Timoteo 2:9).
            ¿Evito modas excesivas o extremas (pelo, ropa, joyería, maquillaje) que pudieran llamar la atención sobre mi misma y ocasionar que la gente se distraiga y deje de enfocarse en el Señor?
            ¿Evito joyería extravagante o ropa que pudiera ostentar mi riqueza y que provoque la envidia en otros?
            ¿Mi vestuario y mi apariencia exterior muestran un espíritu de moderación, sobriedad, pureza y respeto?
            ¿Cómo se comporta una mujer de Dios?
            ¿Cuál es el plan de Dios para mí como esposa?
            ¿Cómo quiere Dios usarme en la vida de los demás?
            10. “Todo mi pueblo en la ciudad sabe que eres una mujer virtuosa”  (Rut 3:11).
            ¿Tengo la reputación de ser una mujer con virtud moral y con un carácter piadoso?
            ¿Me mantengo pura de todas las influencias que pudieran contaminar mi corazón, pensamientos o acciones?
            11. “Abre su boca con sabiduría y hay enseñanza de bondad en su lengua” (Proverbios 31:26).
            ¿Bendigo a mi familia, amigos, y conocidos con palabras que son amables y sabias?
            ¿Estudio y medito en la Palabra de Dios para aprender a proferir palabras sabias?
            ¿Soy capaz de dirigir a las personas a Escrituras específicas que aplican a sus vidas y sus necesidades?
            12.“Con la mucha paciencia se persuade al príncipe, y la lengua suave quebranta los huesos” (Proverbios 25:15).
            ¿Estoy dispuesta a esperar tranquilamente que Dios cambie el corazón de una  autoridad en asuntos que considero son errados, en lugar de presionarla, manipularla o fastidiarla?
            ¿Procuro influenciar a los demás por medio de palabras gentiles, en  lugar de controlarlos o intimidarlos con palabras ásperas?
            13.“Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia” (1 Timoteo 2:11).
            ¿Tengo un espíritu enseñable?
            ¿Recibo instrucción con un espíritu manso y obediente?
            14.“Mejor es habitar en tierra desierta que con mujer rencillosa y molesta” (Proverbios 21:19).
            ¿Consideran las personas con las que vivo o trabajo que tengo un espíritu fácil de sobrellevar?
            ¿Frustro a los demás  o causo que quieran alejarse de mi debido a mi espíritu argumentativo, testarudo o airado?
            15.“En ella confía el corazón de su marido” (Proverbios 31:11).
            ¿Puede confiar mi esposo en que camino con Dios constantemente y respondo a las circunstancias de la vida con alabanza, gratitud, y fe?
            ¿Puede mi esposo confiar en mí para serle leal y fiel moralmente?
            ¿Soy completamente confiable en cada área de mi vida  – en mis relaciones con otros hombres? ¿En cómo gasto el dinero? ¿En la forma que hablo con otros de mi esposo?
            16.“Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida” (Proverbios 31:12).
            ¿Estoy comprometida con apoyar a mi esposo de todas las formas posibles y de siempre actuar para su mejor beneficio?
            ¿Sabe mi esposo sin duda alguna que estoy comprometida con él de por vida, no importe lo que pase?
            ¿Estoy comprometida incondicionalmente a bendecir y servir a mi esposo?
            17.“Tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido que estaba con ella, y él comió” (Génesis 3:6).
            ¿Está mi vida siendo de ejemplo piadoso para mi esposo, mis hijos y amigos?
            Por medio de mis palabras o mi ejemplo, ¿podría yo estara animando a otros a actuar de una forma que sea contraria a la Palabra de Dios?
            18.“Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo” (Efesios 5:24).
            ¿Respondo al liderazgo de mi esposo de la misma forma que la iglesia debe responder a Cristo como su cabeza?
            ¿Me someto a mi esposo en mis acciones al igual que en mis actitudes?
            La forma que le respondo a mi esposo, ¿muestra al mundo la belleza y la bendición de la sumisión a Cristo?
            19.“Porque el marido es la cabeza de la mujer” (Efesios 5:23).
            ¿Estoy de acuerdo con Dios de que mi esposo es mi cabeza espiritual?
            ¿Permito que mi esposo me guie, o me resisto a su liderazgo, haciéndole difícil cumplir la responsabilidad que Dios le dio?
            20.“… y que la mujer respete a su marido” (Efesios 5:33).
            ¿Siente mi esposo que le honro y le respeto?
            ¿Saben otros que honro a mi esposo?
            Por medio de mis palabras, ejemplo, y consejo, ¿animo a otras mujeres a honrar a sus esposos?
            21. “Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido” (1 Corintios 7:3-4).
            ¿Reservo la comunicación, la miradas, palabras, y caricias íntimas para mi esposo exclusivamente?
            ¿Me estoy dando a mi misma para satisfacer las necesidades sexuales de mi esposo?
            22. “Y si quieren aprender algo, que pregunten a sus propios maridos en casa” (1 Corintios 14:35).
            ¿Motivo a mi esposo a crecer espiritualmente al preguntarle su consejo, su punto de vista, y dirección o soy rápida en correr donde con mi pastor u otro consejero para buscar respuestas a mis preguntas y problemas?
            ¿Siente mi esposo que valoro y respeto su punto de vista y consejo?
            23. “Exhorto, pues, … que se hagan… oraciones…por todos los que están en autoridad” (1 Timoteo 2:1-2).
            ¿Oro fielmente por los lideres que Dios ha puesto en mi vida (ej. esposo, padres, pastor, jefe, oficiales electos), pidiéndole a Dios que los bendiga, que supla sus necesidades, que los proteja, y que los haga lideres piadosos?
            Cuando alguien que se encuentra en una posición de autoridad falla, ¿oro por ellos en lugar de criticarlos o atacarlos?
            24. “Ella vigila la marcha de su casa y no come el pan de la ociosidad.” (Prov 31:27)
            ¿Soy una persona trabajadora?
            ¿Estoy atenta a las necesidades de aquellos a mí alrededor?
            25. “Que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos, si ha mostrado hospitalidad a extraños, si ha lavado los pies de los santos, si ha ayudado a los afligidos y si se ha consagrado a toda buena obra” (1 Timoteo 5:10).
            ¿Está mi vida caracterizada por la compasión, el sacrificio, y actos de servicio?
            ¿Tengo la reputación de ser una persona que busca oportunidades para ministrar las necesidades de los demás?
            26. “Contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad” (Romanos 12:13).
            ¿Soy sensible a las necesidades de otros creyentes?
            ¿Soy generosa, compartiendo con otros que están en necesidad?
            ¿Abro mi hogar para ministrar a otros?
            27.“Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta, no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno” (Tito 2:3).
            ¿Es mi vida un ejemplo piadoso para las mujeres más jóvenes?
            ¿Tengo dominio propio y soy prudente en mi forma de hablar y en mi estilo de vida?
            ¿Estoy activamente involucrada en enseñar a las mujeres más jóvenes  a cómo vivir sus vidas de acuerdo a la Palabra de Dios?
            28.“Que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:4-5).
            ¿Están mis prioridades en orden?
            ¿Me estoy enfocando debidamente en amar y suplir las necesidades de mi familia?
            ¿Modelo un amor de servicio desinteresado y dedicado por mi esposo e hijos?
            ¿Es mi espíritu prudente, puro y amable?
            ¿Es mi vida una ilustración del “retrato bíblico de la mujer”?

            Parte Dos

            Edificando Nuestros Hogares Con Sabiduría
            “Una comunidad no puede ser derribada cuando la mujer cumple su misión, porque con el poder de su noble corazón sobre los corazones de los demás, ella la levantará de sus ruinas, y la restaurará de nuevo a la prosperidad y al gozo”. – John Angell James, “Female Piety”
            “La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la derriba”. Proverbios 14:1
            Pocas mujeres están conscientes de cuánta influencia ellas ejercen en su entorno.
            Independientemente de nuestro estado civil o de nuestro estilo de vida, todas nosotras como mujeres tenemos alguna “casa”. Esa “casa” puede ser nuestra familia inmediata, nuestro vecindario, nuestro ámbito laboral, nuestra escuela, nuestra iglesia o nuestra nación.
            Por medio de nuestras actitudes, nuestras palabras, y nuestro comportamiento, nosotras tenemos el poder de bendecir y edificar las vidas de aquellos a nuestro alrededor; pero nosotras también tenemos el poder para derrumbarlos o destruirlos.
            En las siguientes páginas, encontraras una serie de declaraciones contrastadas que  sugieren formas específicas en las que podemos edificar o destruir nuestros hogares.            Examina las declaraciones que mejor describan tus actitudes, tus palabras y tus acciones hacia aquellos que Dios ha puesto en tu vida.
            Pídele a Dios que te revele si estás ayudando a otros al edificaarlos sabiamente o si si neciamente los estás lastimando, obstaculizando y destruyendo.
             No dejes que el enemigo te desanime por lo que puedas ver. En vez de esto, a medida que te des cuenta de actitudes, palabras o acciones que estén destruyendo tu hogar, ponte de acuerdo con Dios, confiesa tu necedad. Después, en cada una de esas áreas, pídele a Él que te haga una mujer sabia y que te ayude a edificar un hogar que traiga una gran gloria para Él.
            ¿Mis actitudes “edifican"?
            Estoy comprometida a dar para suplir las necesidades de otros, ya sea que reciba algo a cambio o no (Hechos 20:35).
            Tengo un espíritu agradecido con Dios y otros por las bendiciones y beneficios que recibo (1 Tesalonicenses 5:18).
            Considero a los demás  como más importantes que yo misma y lo demuestro al poner sus necesidades y deseos por encima de míos (Filipenses 2:3).
            He cedido todos mis derechos a Dios y por lo tanto puedo responder con mansedumbre y perdón cuando otros me ofenden (Colosenses 3: 12-13).
            Reconozco que Dios es el “Bendito Controlador de todas las Cosas”, así que yo puedo responder a circunstancias difíciles con un espíritu de mansedumbre y confianza (Romanos 8:28).
            Confío en Dios para trabajar por medio de las autoridades que Él ha puesto en mi vida (Proverbios 21:1; 1 Pedro 3:5).
            Tengo un espíritu sumiso hacia las autoridades que Dios ha puesto en mi vida. Cedo rápido y sigo instrucción cuando es dada, aún cuando se opone a mi propia voluntad (Hebreos 13:17).
            Mi vida transmite gozo, paz, y contentamiento porque sé que Dios me ama y está en control de cada detalle de mi vida (Romanos 8:37-39).
            ¿Mis actitudes “destruyen"?
            Mi disposición a suplir las necesidades de otros está determinada por el amor y la apreciación que ellos me muestren.
            Ato a las personas con mis expectativas y soy herida cuando esas expectativas no son cumplidas.
            Frecuentemente insisto en salirme con la mía egoístamente y de procurar satisfacer mis propias necesidades por encima de las necesidades de los demás.
            Fácilmente me enojo cuando siento que mis derechos han sido violados.
            Frecuentemente resiento y resisto circunstancias que llegan a vida.
            Batallo el responder apropiadamente a la autoridad porque no creo realmente que Dios sea lo suficientemente grande para cambiar el corazón del “rey”.
            Tengo un espíritu terco y  testarudo a la autoridad, y busco manipular o tener el control de mi vida, mis circunstancias y de aquellos a mi alrededor.Frecuentemente transmito un espíritu de descontento, amargura, o miedo respecto a mis circunstancias.
            Soy rápida para dar misericordia y perdón a aquellos que fallan (Mateo 5:7).
            Tengo una actitud de reverencia y respeto hacia mi esposo, al igual que hacia mis autoridades espirituales (Efesios 5:22-23,33).
            Me mantengo fiel a mi esposo a pesar de sus fracasos y tropiezos (Proverbios 17:9; 1 Corintios 13:7-8).
            Genuinamente amo a los demás y busco suplir sus necesidades por encima de las mías. Estoy más interesada en el bienestar de los demás que en los míos propios (2 Corintios 12:15; Filipenses 2:4).
            Fácilmente tengo contentamiento con lo que sea que Dios me provea (Hebreos 13:5).
            ¿Mis palabras “edifican"?
            Frecuentemente expreso gratitud por los beneficios que recibo de Dios y de los demás (Colosenses 3:15).
            Edifico a los demás con mis palabras de alabanza, aprecio y admiración (Efesios 4:29).
            Rápido me humillo y pido perdón cuando ofendo a alguien (Mateo 5:23-24).
            Soy fiel orando para que Dios obre en las vidas de los demás (ej. mi esposo, hijos, amigos, pastor, etc.) (Efesios 6:18).
            Mantengo un record mental de las ofensas y busco formas para vengarme.
            Transmito una actitud irrespetuosa hacia mi esposo.
            Abiertamente o sutilmente critico a mi esposo cuando él falla.
            Realmente me amo a mí misma más que amo a los demás y busco proteger y defender mis derechos, mis posesiones, mi tiempo, y mi reputación. Estoy más interesada en ser feliz que hacer a otros felices.
             Batallo con un espíritu de descontento acerca de mis circunstancias, mi salud, mi entorno físico,  o mis posesiones materiales.
            ¿Mis palabras “destruyen"?
            Frecuentemente me quejo al tener lo que no quiero y querer lo que no tengo.
            Frecuentemente lastimo  a otros con palabras de crítica y despreciativas, soy rápida para recalcar las fallas de los demás.
            Tiendo a defender o justificarme en vez de admitir cuando me equivoco.
            Paso más tiempo hablándole a mis amigos y consejeros acerca de las necesidades en las vidas de aquellos a mi alrededor que en interceder fervientemente en por ellos.
            Procuro hablar sólo palabras sabias que dirijan a la gente a la Palabra y caminos de Dios (Proverbios 31:26).
            Mis palabras animan a otros y ministran salud y vida a sus espíritus (Proverbios 12:18).
            Soy cuidadosa de hablar palabras que sean  absolutamente verdaderas (Efesios 4:25).
            Soy pronta para oír y tarda para hablar (Santiago 1:19).
            Cuando soy molestada, generalmente respondo con una respuesta gentil (Proverbios 15:1).
            Controlo  mis palabras (Proverbios 10:19; 17:27).
            ¿Mis actitudes “edifican"?
            Doy el ejemplo a mis hijos y a los demás al obedecer a mis autoridades con una actitud correcta del corazón (Tito 2:4-5),
            Diligentemente estoy sirviendo y supliendo las necesidades de otros con una corazón dispuesto (Gálatas 5:13).
            Soy fiel en cuidar por las necesidades prácticas de mi familia y hogar (Proverbios 31:27).
            Tomo tiempo para renovar mi mente con la Palabra de Dios para poder ser transformada a la semejanza de Jesús (Romanos 12:2).
            Me apresuro a compartir mis propias opiniones de temas, en vez de dirigir conscientemente a la gente a la Palabra y caminos de Dios.
            Mis palabras tienden a hacer sentir a otros desanimados y fracasados.
            Algunas veces cambio un poquito o exagero la verdad para mi propio beneficio.
            No soy atenta a escuchar, tiendo a dominar las conversaciones y querer que los demás me escuchen a mí.
            Fácilmente me molesto y tiendo a responder con palabras ásperas. 
            Hablo demasiado.
            ¿Mis acciones “destruyen"?
            Frecuentemente ignoro a la autoridad  hago lo que mejor me parece.
            Frecuentemente soy perezosa y renuente o no estoy dispuesta a servir a otros.
            Desatiendo muchas necesidades prácticas de mi familia y hogar por la falta de planeación, disciplina o por falta de  ganas.
            Entretengo mi mente con libros, revistas, películas, o programas de televisión provocativos.
            Mi comportamiento con los hombres es discreto, puro y sin reproche (1 Tesalonicenses 4:3-7).
            Busco oportunidades para ministrar en formas practicas al pobre y necesitado (Proverbios 31:20).
            Mi hogar es un lugar de ministración y aliento para otros además de mi familia (1 Pedro 4:9).
            Mi comportamiento en presencia de otros es sobrio, digno y prudente (Tito 2:3-4).
            Estoy activamente involucrada en enseñar y discipular a mis hijos y/o a otras mujeres en los caminos de Dios (Tito 2:4-5).
            Mi comportamiento con los hombres es algunas veces agresivo, atrevido o coqueto.
            Estoy tan agotada con  mis propias necesidades que no tengo tiempo para ayudar al pobre.
            Rara vez invito a otros a mi casa.
            Con frecuencia busco llamar la atención o ganar la aceptación con un comportamiento ruidoso y alborotador.
            Personalmente no estoy involucrada en ministrar espiritualmente a otros.
            https://www.avivanuestroscorazones.com/articles/retrato-biblico-de-la-mujer/