martes, 26 de julio de 2016

Sumision al esposo

En el mundo de hoy, uno de los conceptos más difíciles de aceptar en la Palabra de Dios es la sumisión bíblica. La palabra “sumisión” no se limita sólo a las esposas:
  • Los cristianos deben someterse unos a otros:
    • Efesios 5:21: “Someteos unos a otros en el temor de Dios.”
  • Los cristianos deben someterse a las autoridades:
    • Romanos 13:1: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.”
  • Los cristianos deben someterse a Dios:
    • Santiago 4:7: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.”
Este concepto se encuentra con frecuencia en la Biblia. Pero en cada circunstancia, se requiere entrega. La sumisión no debe ser vista como fácil o que siempre sea conveniente. Más bien, es vista como un servicio a Dios. La palabra griega para “someterse/sujetarse”, es “jupotásso”, que significa, “subordinar”, o en forma deliberada, “obedecer”. Dios exhorta a las mujeres a seguir voluntariamente el liderazgo de sus maridos:
  • Efesios 5:22: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;”
  • 1ª Pedro 3:1: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas,”
Una mujer se encuentra haciendo esto de forma activa; escoge colocarse a sí misma bajo el liderazgo, estando subordinada en una circunstancia o relación. El receptor no debe forzarla a ella.
Una esposa muestra sumisión a su esposo cuando ella le permite a él que tome el liderazgo en la relación. Su posición, como líder, es bíblica: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.” (1 Co 11:3). Sara, la esposa de Abraham, es un ejemplo de una mujer que sigue el liderazgo de su marido: “como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza.” (1 P 3:6). Sara nunca ha sido confundida como a una mujer que se le permitió ser pisoteada. Note que Pedro afirma que Sara, no temió “ninguna amenaza”. Por lo tanto, la sumisión no debe ser confundida con la debilidad de una persona.
A las mujeres no se les ordena que se sometan a sus maridos porque Dios se asegura de que los hombres serán justos o amorosos. Cuando una mujer se somete a su esposo, realmente ella se está sometiendo a Dios:
  • Efesios 5:22: "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;"
Por lo tanto, cuando una mujer se somete a su esposo no lo hace porque él merezca, desde la perspectiva humana, algún mérito. Ella se somete porque sabe que es agradable a su Señor, y que por derecho divino, Dios estableció al hombre como líder y una mujer deberá creer que Dios, es bueno. Ella también puede saber que nada escapa a la atención de Dios; y un hombre malo, tendrá que rendir cuentas de sus acciones.
Cuando una esposa se somete a su marido, ella no trata de quitarle su liderazgo. Desde el principio de los tiempos, la mujer ha tratado de quitarle al hombre su liderazgo; y con frecuencia, el hombre le ha cedido su liderazgo (Génesis 3). Algunos eruditos creen que Génesis 3:16 (“A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.”), se refiere al nuevo pecado, el cual llevó a Eva ha anular la jefatura de su esposo en el liderazgo, lo cual, ha continuado en la descendencia femenina. Las mujeres usan muchas tácticas para tratar de tomar el control del liderazgo, incluyendo la crítica, el engaño y la manipulación. Esto con frecuencia resulta en pecado y con consecuencias lamentables (Génesis 27). Cuando una mujer recurre a esas tácticas, ella, lo que está haciendo, es usurpar el buen diseño de Dios en el papel de la relación; por lo tanto, una esposa sumisa debe primeramente, aprender a confiar en la bondad de Dios y en Su soberanía.
Sin embargo, una esposa sumisa no está relegada a mantenerse ociosa esperando que sea el marido quien tome todas las decisiones de la familia. En un matrimonio saludable, el esposo y esposa trabajan como un equipo. Cuando una decisión no se puede acordar conjuntamente, el líder es quien la toma, sabiendo que él es el responsable delante de Dios por esa decisión. En esas circunstancias o en una decisión que debe ser tomada sólo por el marido, una esposa sumisa no excederá sus límites ofreciendo consejo. Ella debe hacerlo de una manera que muestre respeto a la posición que Dios le ha dado al hombre como cabeza de la familia. Una esposa sumisa ofrece también abundante ánimo, entendiendo que tomar decisiones es una responsabilidad pesada en los hombros de un hombre.
Algunas mujeres no están satisfechas con esto. Ellas quieran estar a cargo. Pero bíblicamente, el matrimonio no funciona de esa manera. La unidad requiere una estructura relacional. Este patrón lo vemos en otras relaciones. Pero la sumisión, nunca es una señal de valor. Jesús se sometió a la voluntad de Su Padre: “Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.” (Mt 26:39). Sería una herejía decir que Jesús es de un menor valor que el Padre. Ellos son Uno y por lo tanto, Jesús no puede ser de menor valor. Su sumisión no tiene nada que ver con Su valor; esto, tiene que ver con Dios; con una estructura ordenada. Lo mismo es con el esposo y esposa.
Sumisión necesita humildad. También toma mucha oración y confianza en el Espíritu Santo. Lo mismo ocurre con el liderazgo piadoso. Las mujeres pueden mirar el ejemplo de Jesús y reflejar Su amor y sacrificio en la medida que escojan amorosamente al marido que Dios ha colocado en sus vidas

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